En este trabajo defiendo que el ideal democrático de ciudadanía bien informada es plausible incluso en los contextos epistémicamente adversos que ofrecen las democracias digitales. El artículo está dividido en tres partes.

En la primera parte presento la noción de ciudadanía bien informada y el conocido como ‘dilema democrático’. Este dilema nos propone elegir entre: (a) mantener los procedimientos democráticos a pesar de que producen malas decisiones o (b) renunciar a los procesos democráticos para salvaguardar la calidad de las decisiones políticas.

En la segunda parte argumento que el dilema democrático es un falso dilema porque asume implícitamente una premisa que es cuestionable, a saber: que la incompetencia de la ciudadanía es generalizada e irremediable. Para ello, repasaré cinco grandes problemas que sugieren que el ideal de ciudadanía bien informada es imposible, tal y como asume el dilema. Estos problemas son el pluralismo normativo, el llamado ‘problema del moderador’, el desorden informativo, la apatía política y los sesgos cognitivos. A pesar de que todos estos problemas se agudizan en las sociedades digitales, argumento, existen mecanismos institucionales que nos permiten mitigar y/o corregir sus efectos perjudiciales sobre la competencia cívica, preservando así el valor epistémico en la toma de decisiones democráticas.

Sobre esa base, en la tercera parte concluyo que el ideal de ciudadanía es factible si se implementan las adecuadas medidas institucionales, sugiriendo algunos ejes en torno a los cuales podrían estructurarse esas medidas institucionales. Así pues, el falso dilema democrático puede evitarse, si optamos por la tercera opción ocultada por su planteamiento dicotómico: (c) implementar medidas institucionales que protejan y promuevan la competencia cívica.